viernes, 7 de noviembre de 2008

A vueltas con el matrimonio (gay)



No pretendo hacer aquí una encendida defensa del matrimonio libre entre iguales o de distinto sexo (quizá estoy más a favor de ningún tipo de matrimonio), simplemente a tenor de las últimas declaraciones del “Eminentísimo y Reverendísimo Cardenal Arzobispo” de Madrid Rouco Varela, hacer nuevamente hincapié en la eterna contradicción de esta “Santa Madre Iglesia”.

Asevera el cardenal que “esa forma de abordar la concepción del matrimonio, en la que la diferencia sexual no juega ningún papel, va en contra de la civilización, no sólo de la cristiana, sino de prácticamente todas las civilizaciones en todos los tiempos y lugares de la historia”.

Conviene recordar a “Su Eminencia” que el matrimonio no es declarado “sacramento” hasta el siglo XIII. Antes del año 1000, la bendición (eclesiástica) de un matrimonio contraído de manera laica se consideraba un favor. La Iglesia no interfería en las bodas, la ceremonia eclesiástica era vista como un simple corolario de la boda pública, lo cual daba lugar a una gran flexibilidad de formas rituales y diversidades regionales. Los seres humanos de las sociedades cristianas se casaban, pero seguían las costumbres étnicas antiguas, algunas equivalentes a las leyes romanas y de las cuales derivó el derecho de la Iglesia. En la Edad Media el motivo del matrimonio no era precisamente el amor, aun cuando existiera conexión entre uno y otro. Aunque a regañadientes, fue aceptado el concubinato y era corriente el divorcio. El divorcio y el nuevo matrimonio tras la muerte de un cónyuge fue oficial. Sólo posteriormente comenzaron a prohibirlos los primeros teólogos y fueron ellos y los canonistas quienes se esforzaron en cierta medida en exhortar al “pueblo bajo” que el matrimonio heterosexual era la única relación erótica legítima entre un hombre y una mujer y que debían hacerlo mediante un pacto exclusivo y permanente. De hecho, la Iglesia tuvo que esperar hasta el cuarto concilio Lateranense (1215) para declarar al matrimonio sacramento y elaborar reglas canónicas en el modo de celebrarlo.

También conviene recordar al “Excelentísimo y Reverendísimo” que en esa época existían ceremonias de unión entre personas del mismo sexo y con ritual litúrgico. De las ceremonias entre personas del mismo sexo se tiene constancia en gran cantidad de colecciones manuscritas de todo el mundo cristiano –desde Italia a la isla de Patmos y el monasterio de Santa Catalina en el monte Sinaí- y se encuentran en algunos de los manuscritos litúrgicos griegos más antiguos de que se tiene noticia. Sin embargo, en la época en que esos manuales se imprimieron, el prejuicio en Occidente contra cualquier forma de interacción entre personas del mismo sexo era muy pronunciado.

La ceremonia durante el siglo XII, época de florecimiento de ceremonias matrimoniales litúrgicas, se transformó en un oficio completo durante el cual se encendían las velas, ambas partes colocaban las manos sobre los Evangelios, unían la derecha, las manos eran atadas con la estola del sacerdote (o se cubría con esta ambas cabezas, además de incluir una letanía introductoria, la coronación, la plegaria del Señor, la Comunión, un beso y, a veces, un paseo alrededor del altar.
La ceremonia tiene lugar en una amplia variedad de contextos, pero el más corriente, con mucha diferencia, es el del matrimonio, por lo general en el orden siguiente: esponsales heterosexuales, ceremonia de un primer matrimonio heterosexual, ceremonia de un segundo matrimonio heterosexual, (oficio diferente, con énfasis menor en la procreación), y oficio de unión entre personas del mismo sexo. En gran parte de estos manuscritos el matrimonio heterosexual aparece inmediatamente antes o inmediatamente después de la ceremonia de unión entre personas del mismo sexo. En esta ceremonia cabe resaltar tres elementos importantes: 1º) Solemnizan una unión voluntaria y emocional entre dos personas. 2º) La ceremonia es homosexual en el sentido más obvio de esta palabra (de un solo sexo). Si lo era con sentido erótico es tan difícil de responder como en el caso de parejas heterosexuales sin hijos. El vivir juntos por un largo tiempo y el compartir un hogar debieron ser determinantes decisivos de una pareja compuesta por un hombre y una mujer en su contexto social concreto (es decir, entre vecinos,
amigos y parientes), tuvieran o no hijos o hubieran o no participado en un servicio religioso en la Iglesia. Y en el caso de la ceremonia de unión entre personas del mismo sexo, lo más probable es que, a ojos de los cristianos corrientes, el que ambas personas permanecieran ante el altar con las manos unidas (símbolo tradicional del matrimonio), el que fuesen bendecidas por el sacerdote, compartieran la comunión y ofrecieran luego un banquete a la familia y los amigos –todo ello, parte de la unión entre individuos del mismo sexo en la Edad Media- significase un matrimonio.

Todo esto nos dice que, por inesperada e inquietante que parezca, es innegable la antigua ceremonia cristiana de unión entre personas del mismo sexo, que tenía lugar en iglesias y era oficiada por sacerdotes. Para más detalle os recomiendo la obra de John Boswell, “Las Bodas de la Semejanza. Uniones entre personas del mismo sexo en la Europa premoderna” .Muchnik, Barcelona, 1996.
“Eminencia”, no caiga en contradicción con las “costumbres propias de su civilización cristiana”.

2 comentarios:

Felipe dijo...

De mi amiga Sara:
"Hola Felipe, disculpa la tardanza en contestar, pero como siempre tenía exceso de trabajo. Leí tus publicaciones y me parecieron muy interesantes, en cuanto a los comentarios sobre Dios, a mí me parece que encarna las limitaciones del hombre, que se le han conferido poderes que el hombre quisiera tener y que dentro de sus limitaciones busca un apoyo en un ser superior, porque por sí solo se siente incapaz de lograr sus anhelos o metas. En cuanto al matrimonio homosexual con o sin bendición eclesiástica y a pesar de la prolija historia que incluyes, no estoy de acuerdo, porque el fin del matrimonio es la procreación y en un matrimonio homosexual, no puede darse.Yo lo que opino es que no es lo mismo matrimonio que vida sexual y si una persona ha elegido tener una pareja homosexual ¿ para qué quiere casarse? a pesar de que comentas que se han dado estos matrimonios desde hace siglos, no pierde su caracter de unión contra natura y no lo digo por religiosidad porque yo más bien soy laica, sino porque considero que es una unión que atenta contra la familia y la continuidad de la especie, y ante todo siento que es moda y pose de pseudointelectualidad. ¿Tú qué opinas? Saludos y besos de Sara"
______________________

Hola Sara gracias por tus comentarios.
En cuanto al matrimonio, estoy mas bien a favor de ningún tipo, sino de una unión libre entre iguales: ya sea para procrear o para mantener una vida en común.
No entiendo que eso que se llama "matrimonio", a efectos legales, sea exclusivo de una sola parte de la problación con una determinada orientación sexual. En todo caso, en España, lo que se ha pretendido es que tod@s tengan los mismos derechos a efectos jurídicos y fiscales. La uníon mediante matrimonio de dos personas con orientación homosexual ni atenta contra la familia ni contra la continuidad de la especie, en la medida que las personas con orientación heterosexual no se les menoscaba en sus derechos ni se les impide que engendren o no.
No creo que sea moda es conquista de derechos por parte de ese grupo de la población hasta ahora marginado y perseguido

Un besote y gracias por tu aportación
Felipe

Eduardo López-Collazo dijo...

¡Qué fácil es hablar de pro natura cuando se está en la parte no censurada! La sociedad ha evolucionado y matrimonio es un contrato mercantil que deja desamparados a los que no lo tienen... aquello de que el fin es procrear es bastante antiguo. Ahora todos debemos/tenemos que tener los mismo derechos, hay muchas leyes construídas sobre el matrimonio... tenedlo en cuenta.