martes, 26 de mayo de 2009

Como somos “amigüitos”, te hago regalitos



No nos engañemos, en España corrupción, nepotismo y amiguismo ha habido siempre. Lo que están cambiando son las formas.

De la abrupta rapiña intimidatoria del nacionalcatolicismo en cuarenta años de franquismo, pasamos a una democracia domesticada y amiguista.

Tras una primera fase de reparto de poder, en lo que primaba quien controlaba qué medios y como, y establecidos los fundamentos del nuevo régimen democrático, en la clase política comenzaron nuevamente a surgir brotes verdes de corrupción.

La izquierda, en dieciséis años de gobierno, murió de éxito dando lugar a focos de corrupción, ciertamente torpe, para los que no estaba preparada. La España del pelotazo y la “beautiful people” campó a sus anchas.

Con la vuelta de la derecha clásica al poder, los mecanismos de corrupción (que lo llevan marcado genéticamente) se tornaron ciertamente curiosos.

De pequeño, cuando salíamos al patio del colegio, el principal entretenimiento (aparte de jugar al deporte nacional) era el intercambio de cromos. “Te cambio 5 de la real, por tres del atleti y como somos amigüitos te regalo tres canicas”; al día siguiente, el mismo con el que habías intercambiado te recordaba: “a ver si me dejas copiar en el examen de mates, que somos amigüitos”.

La derecha no ha abandonado las técnicas de patio de colegio. Ahora, como somos “amigüitos del alma” te regalo trajes y el tío paco “como te quiere un guevo” te regala unos contratos públicos de comisiones millonarias; presi, como somos “amigüitos”, te monto una boda por todo lo alto a tu nena (porque vale más que una princesa) y a cambio tu me dejas que monte una red de regalías por ayuntamientos de media España. Mientras el yernísimo hace las italias con su “amigüito” berlusconi.

¿Acaso se piensan que los ciudadanos somos “tontos del culo”?, ¿porqué les dejamos hacer?

Llegará el día que, a modo de la novela de Saramago, en unas elecciones generales no habrá nadie que vote: ¿entonces?, ¡se acabó el festín!

jueves, 21 de mayo de 2009

Un “vergonzoso catálogo de crueldad” destapa las miserias de la Iglesia Católica



Miles de niños sufrieron abusos sexuales en colegios y orfanatos católicos en Irlanda


Tras casi diez años de investigación, ayer se conoció un demoledor informe que pone en evidencia el abuso sistemático contra miles de niños en colegios y orfanatos de Irlanda regentados por la Iglesia católica. Hay testimonios de que al menos 2.000 de los 35.000 niños que se educaron en estos colegios sufrieron entre los años 50 y los 80 “abandono, abusos físicos, sexuales y emocionales" en múltiples instituciones de la Iglesia católica en Irlanda. Las autoridades ignoraron durante años los abusos y la jerarquía católica trató de ocultarlos.

El informe, además de constituir un “vergonzoso catálogo de crueldad”, según ha reconocido el cardenal y líder eclesiástico Sean Brady, pone de manifiesto que Iglesia católica irlandesa conocía el abuso "endémico" al que eran sometidos diariamente miles de niños. Durante tres décadas los sacerdotes irlandeses alentaron palizas, protegieron a sus miembros pedófilos, y dejaron que los niños pasaran hambre.
La gran mayoría de las personas que durante esta época estudiaron en reformatorios, escuelas industriales y casas de trabajo católicas vivieron aterrorizados debido a las palizas que, con la intención de provocarles el mayor daño posible, les propinaban con saña los funcionarios eclesiásticos.

Me repugna y asquea que este tipo de abusos y comportamientos no remuevan los cimientos de la moral católica en Irlanda y no menos en el resto de países donde aún persisten comportamientos similares.

Aun recuerdo, aquí en España, como nos adoctrinaba el profesor de religión: “la letra, con sangre entra…”, no quiero pensar lo que sufrieron nuestros padres en la posguerra bajo el nacionalcatolicismo imperante.

Algún día esto se acabará

lunes, 18 de mayo de 2009

Defensa de la alegria

Defender la alegría como una trinchera
defenderla del caos y de las pesadillas
de la ajada miseria y de los miserables
de las ausencias breves y las definitivas
defender la alegría como un atributo
defenderla del pasmo y de las anestesias
de los pocos neutrales y los muchos neutrones
de los graves diagnósticos y de las escopetas
defender la alegría como un estandarte
defenderla del rayo y la melancolía
de los males endémicos y de los académicos
del rufián caballero y del oportunista
defender la alegría como una certidumbre
defenderla a pesar de dios y de la muerte
de los parcos suicidas y de los homicidas
y del dolor de estar absurdamente alegres
defender la alegría como algo inevitable
defenderla del mar y las lágrimas tibias
de las buenas costumbres y de los apellidos
del azar y también, también de la alegría.
(Mario Benedetti)

miércoles, 6 de mayo de 2009

Hablando de pandemias

Tras esta primera oleada de histeria colectiva global, detengámonos a pensar un poco en los millones de personas que todavía mueren en el mundo por enfermedades curables.

En el último siglo la ciencia ha avanzado a pasos agigantados y ha logrado curar o controlar muchas enfermedades, lamentablemente esas batallas únicamente se han ganado en el campo de la salud pública de los países más ricos.

Cada día, en los países pobres, mueren de hambre 24.000 personas, 3.000 de malaria, 3.500 de tuberculosis y casi 7.000 se infectan de VIH. La mayoría de las farmacéuticas no invierten en el tratamiento de estas enfermedades (salvo tratamientos contra el VIH, en los países desarrollados que pueden pagarlo) porque sus “potenciales clientes” no pueden costearse los tratamientos.

Si estableciéramos un lamentable ranking de pandemias, tendríamos:

Hambre

Según Naciones Unidas, cada cinco segundos muere un niño de hambre al mismo tiempo que uno de cada cinco niños en los países ricos es obeso. 10 millones de personas mueren al año de hambre o las enfermedades que provocan y acentúan la malnutrición. Paradójicamente, el mundo produce comida más que suficiente para todos los seres humanos. El hambre es la manifestación más extrema posible del fracaso humano.

VIH-SIDA

Según el informe ONUSIDA, unos 33 millones de personas se han infectado con VIH; se calcula que hasta el año 2020, unos 68 millones de personas morirán; casi 7.000 personas se infectan al día de VIH, 1.400 menores de 15 años mueren de SIDA y el mismo número de niños quedan huérfanos por el mismo motivo, la mayoría viven en países en desarrollo. En los países avanzados, la floreciente industria de medicamentos antirretrovirales ha logrado que sus ciudadanos no mueran por el desarrollo de la enfermedad, convirtiéndola en una enfermedad crónica a base de carísimos medicamentos. La vacuna, ni se espera, ni se pone empeño en conseguirla.


Tuberculosis

Un tercio de la población mundial (más de 2.000 millones de personas) está infectado con la bacteria que produce la tuberculosis, una enfermedad que afecta fundamentalmente los pulmones. Unas nueve millones de personas la desarrollan cada año cuando sus sistemas inmunes se debilitan. En 2007, 1,3 millones de personas murieron por tuberculosis. Normalmente es una enfermedad que puede tratarse con antibióticos, pero las formas resistentes a los fármacos complican y encarecen mucho la terapia.

Malaria

Casi la mitad de la población, unos 3.300 millones de habitantes, corren el riesgo de desarrollar esta dolencia tropical que se transmite entre las personas a través de los mosquitos. Anualmente cerca de un millón de personas mueren por esta causa, o por el paludismo, en su mayoría niños menores de cinco años.

Gripe normal

La gripe estacional normal se instala en el cuerpo de entre 3 y 5 millones de personas anualmente en todo el mundo. Entre 250.000 y 500.000 mueren a consecuencia de ella. La mayoría, otra vez, en economías subdesarrolladas.

Cólera

El cólera es una infección diarreica aguda que suele expandirse mayormente en las zonas con agua contaminada e inundaciones y escasa higiene. Puede provocar la muerte de adultos saludables en horas por deshidratación. La Organización Mundial de la Salud avisó de que millones de personas probablemente se infectan con cólera cada año. Seguramente una cifra diez veces superior a los casos oficialmente informados por los países. Una de cada dos personas moriría sin tratamiento con sales de rehidratación o antibióticos.

Recientemente, más de 4.000 personas han muerto por una epidemia de cólera en Zimbawe y una cifra algo menor en Irak. En ambos casos, las fuentes de agua contaminada fueron las responsables. En estos casos, no fue noticia en ningún medio de comunicación

Hepatitis B y C

La Hepatitis B es una infección viral que ataca al hígado y de la cual se ha infectado unos dos millones de personas en todo el mundo, 600.000 de las cuales no consigue sobrevivir al año. Se expande como el VIH pero, para diferenciarse, puede sobrevivir fuera del cuerpo por al menos siete días y se previene a través de la vacunación.

La Hepatitis C infecta a entre 3 y 4 millones de personas al año, fundamentalmente por contacto directo con sangre. No existe vacuna contra esta forma, que es una de las principales causas de hepatitis aguda y enfermedades hepáticas crónicas como la cirrosis y el cáncer de hígado.

Fiebre del dengue

Se ha denominado la enfermedad tropical más extendida después de la malaria y también se transmite a través de los mosquitos. En su forma más severa, puede generar hemorragia y muerte. Unos 2.500 millones de personas, dos quintos de la población, corren riesgo por la enfermedad, endémica en más de cien países. Según la OMS, las zonas urbanas en regiones tropicales y subtropicales son las que más riesgo corren de infectar a unos 50 millones de personas al año, que no cuentan con tratamiento específico para su curación.

Fiebre amarilla

Es una infección viral que provoca la muerte de 82 personas al día. Unos 33 países africanos, con una población conjunta de más de 500 millones de personas, están en riesgo. También es endémica en nueve países sudamericanos y varias islas del Caribe.

Meningitis

Es una infección bacteriana potencialmente letal de la cubierta que rodea al cerebro y la médula espinal. La meningitis es más común en África subsahariana, donde un brote provocó más de 25.000 decesos en 1996. Existen vacunas para prevenirla y varios grupos de ayuda trabajan para aumentar su disponibilidad en las zonas de alto riesgo.