jueves, 12 de agosto de 2010

Marruecos se queja de que España no respeta los Derechos Humanos

En una pirueta de cinismo político el Reino alauita ha elevado ante España numerosas quejas (hasta cuatro comunicados diplomáticos) en los últimos días en relación a conflictos con nacionales marroquíes en la frontera española de Melilla.

Como la monarquía marroquí (de corte feudal) solo atiende a sus pares, el Gobierno de España ha tenido que ceder nuevamente su política exterior al Rey para que éste a su vez “aplacara” la ira de su “primo alauita”.

Viene siendo recurrente, la utilización de este tipo de conflictos fronterizos para seguir haciendo patente su reclamación sobre las ciudades españolas en el norte de África. La última pretensión se realizó a finales de mayo cuando el primer ministro marroquí, ante su Parlamento, hizo un llamamiento a España para que abra un “diálogo” (…) para poner fin a la ocupación de las ciudades “marroquíes” (Ceuta y Melilla) y de las islas cercanas…

Si profundizamos en los hechos, encontramos que esto es algo más que unos meros incidentes fronterizos. Significar que por la frontera de España en Melilla cruzan al año unos dos millones de marroquíes, con absoluta normalidad, por lo que cuatro incidentes no menoscaban la excelente labor de los cuerpos y fuerzas de seguridad españoles en dicha frontera.

Por un lado, el Gobierno aún no ha dado su plácet al nuevo embajador de Marruecos en España. El diplomático propuesto por el Rey alauita es un antiguo miembro del Frente Polisario (independentistas saharauis) que se ha pasado al frente marroquí. España, como antigua potencia colonial en la zona, mantiene una posición equidistante de la reclamación de soberanía marroquí sobre el Sahara y está a favor del referéndum propuesto por Naciones Unidas.

Por otro, buena parte de los conflictos generados en la frontera melillense se deben a que marroquíes radicales musulmanes que la cruzan no “reconocen autoridad a las agentes femeninas" de los cuerpos de seguridad españoles. Esta es su particular “protesta” ante las prohibiciones del velo musulmán en algunos pueblos y ciudades españoles.

El Gobierno marroquí, y en particular su Rey, deberían tomar buena nota de la situación de los Derechos Humanos en su país, dejar de buscar la paja en ojo ajeno y quitar la viga del propio.
España es un buen ejemplo, a seguir por Marruecos, en la defensa de los Derechos Humanos en los últimos treinta años.